“Mi trabajo está comprometido. Tomo literalmente la expresión “mujer-objeto” para jugar, pero también para denunciar el consumismo, los dictados de la belleza, la liberación de la mujer. Pertenezco a la generación de mujeres “photoshopeadas” en revistas, en exceso sin que esto se especifique para el lector. Así que crecí con la “imagen perfecta” inventada por la sociedad a despecho de la mujer común. Mis ilustraciones son mi forma de representar esta era que me ha acomplejado durante mucho tiempo y que a menudo me ha hecho sentir fuera de lugar. La comida, por ejemplo, representa para mí lo efímero por excelencia. Se devora, se saborea y se acaba y luego se vuelve a empezar…”.